jueves, 25 de septiembre de 2008

Summer´ 68

El pasado lunes (15 de septiembre de 2008) murió Richard Wright, tecladista, compositor y voz de Pink Floyd (banda inglesa de rock progresivo que a estas alturas todos deben conocer).
Estoy totalmente seguro de que el mejor homenaje a alguien fallecido es el recuerdo, por lo que no voy a ponerme a hablar sobre su vida, sus creaciones, etc. (para eso están las biografías), sino, más bien, voy a invitarlos a disfrutar de su música. Creo que este es el mejor homenaje: recordarlo haciendo lo que el amaba.... música.
Lo que sigue es Summer´68, un hermoso tema compuesto por Richard. El mismo se encuentra en Atom Heart Mother, quinto disco de Pink Floyd.

Grande Richard!!!



sábado, 20 de septiembre de 2008

Fluidos No Newtonianos

Como todos deben o deberían saber un fluido newtoniano es alquel cuya viscosidad (resistencia a fluir) permanece constante en relación, digamos, al esfuerzo aplicado. No quiero entrar en especificaciones técnico-científicas, por lo que voy a hablar vulgarmente. Si aplico un esfuerzo creciente o decreciente a uno de estos fluidos (por ejemplo, agua o aire) la consistencia del mismo no varía; entonces, por ejemplo, si golpeo agua, la mano se hunde. En términos matemáticos la viscosidad representa la proporcionalidad entre el esfuerzo de corte (o densidad de flujo de cantidad de movimiento) y el gradiente negativo de velocidad (es decir, la dirección y modulo en que la velocidad decrece mas "rapidamente"). Esta proporcionalidad es lo que se conoce como ley de newton de la viscocidad.
Pero la naturaleza no es tan simple, y existen muchos fluidos en lo que esto no se cumple. Estos so denominados fluidos no newtonianos (violan la ley de Newton). Puede decirse entonces que un fluido no newtoniano es aquél cuya viscosidad varía con el gradiente de tensión que se le aplica. Como resultado, no tiene un valor de viscosidad definido y constante, a diferencia de un fluido newtoniano.
Para su tratamiendo se definen viscosidades aparentes, y surge toda una batería de modelos que intentan explicar el compartamiento de estos; pero esto no viene al caso.
La cuestion es que existe un tipo de fluido no newtoniano cuya viscodidad aparente se incrementa con el gradiente del esfuerzo cortante aplicado. Dicho de otra manera, es un fluido que se “endurece” cuanta más tensión se le aplica, llegando a comportarse casi como un sólido cuando ésta es lo suficientemente intensa, y volviendo a comportarse como un líquido cuando cesa. Luego, si yo golpeo con fuerza el fluido, el mismo se endurece, y si lo "acaricio" suavemente el mismo fluye, como el agua.
Esta magnifica creación de la naturaleza se conoce como fluido dilatante, y su comportamiento esta presagiado por el modelo de Ostwald de Waele, mejor conocido como Ley de la Potencia.
Lo más interesante es que pareciera que estos fluidos existiencen sólo en la ciencia ficción, sin embargo son tan comunes como la maizena (es decir suspensiones de almidón de maíz en agua) o soluciones concentradas de azucar en agua.
Lo que sigue es un video estraido de you tube que pone en evidencia lo antes dicho. Es muy divertido. Les sugiero que lo vean!!!



Salud!!

viernes, 12 de septiembre de 2008

Niels Bohr

Despues de varios meses de inactividad, volví, y estoy seguro de que seré aclamado por la gran diversidad de lectores que se regocijan con mis escritos (ja!, ni yo me lo creo).
Pero hoy no tengo ganas de escribir, por lo que voy a dejarlos, nuevamente, en manos de Adrian Paenza.
La historia es muy buena, por lo que si llegaron hasta acá, intenten leerla, no se van a arrepentir.
Como dijo un sabio amigo mío (léase, Facu), sigo hablando en plural, como si millones de personas me leyeran. Lo más probable es que me lea a lo sumo una o una persona y media. Pero dicen por ahi que lo que vale es la inteción!!!

Saludos

Niels Bohr

La que sigue, es una historia que me acercó Juan Pablo Paz –uno de los científicos más prestigiosos que tiene la Argentina– y que está dando vuelta hace un tiempo en los medios académicos (y no académicos también). En todo caso, después de leerla verá que ni siquiera importa si es cierta, aunque los físicos aseguran que sí. Lo que seguro vale la pena es discutir su contenido. Y pensar.

Muchas veces, en un colegio o en alguna facultad, un alumno tiene una idea distinta, una idea que el profesor no contempló, no pensó. Una idea: ni más ni menos que eso. Y la reacción del docente no siempre es la esperable: pensar con el alumno, dejarse desafiar por alguien que piensa diferente, que propone un ángulo diferente.

Este capítulo entonces, está dedicado a la reflexión a la que invita la siguiente historia:

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

“Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de ponerle un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba convencidísimo que su respuesta era absolutamente acertada.

“Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.

“Leí la pregunta del examen y decía: ¿Qué haría usted para determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro?

“El estudiante había respondido: ‘Lleve el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio’.

“Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta, correcta y completamente.

“Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.

“Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.

“Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada.

“Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.

“Me excusé por interrumpirlo y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta:

‘Agarre el barómetro y tírelo al suelo desde la azotea del edificio. Calcule el tiempo de caída con un cronómetro.

“Después se aplica la fórmula:

Altura = 0,5.g.T2

(Donde g es la aceleración de la gravedad y T es el tiempo que uno acaba de calcular con el cronómetro)

‘Y así obtenemos la altura del edificio.

“En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.”Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.

‘Bueno’, respondió, ‘hay muchas maneras. Por ejemplo, agarrás el barómetro en un día soleado y medís la altura del barómetro y la longitud de su sombra.

“Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

“Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? ‘Sí, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, agarrás el barómetro y te situás en las escaleras del edificio en la planta baja. A medida que vas subiendo las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicás al final la altura del barómetro por el número de marcas que hiciste y ya tenés la altura. Este es un método muy directo.

“Por supuesto, si lo que uno quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

“En este mismo estilo de sistema, atás el barómetro a una cuerda y lo descolgás desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo podés calcular la altura midiendo su período de precesión. En fin, concluyo, existen otras muchas maneras.

“Probablemente, la mejor sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.

“En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares).

“Me dijo que sí, que evidentemente la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

“El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

“Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que le habían enseñado a pensar”.

Extraido de Pagina 12. Contratapa