En fin, me había olvidado que existía este espacio. Básicamente lo había borrado de mi memoria. Pero por cuestiones que no vale la pena mencionar (si, si, a vos te estoy hablando, ¡esto no va a quedar así!) decidí volver, aun sabiendo que nadie se toma el trabajo de leer estas cuestiones (y lo bien que hacen). Eso sí, procuré cambiar levemente la estética del espacio, acomodé un poquito ciertas publicaciones pasadas, y por último y más importante, le cambié el nombre al Blog. “Ecos”, si les gusta bien, y sino “igual no me importa” (parafraseando a Iven).
¿Por qué “Ecos”? Es una buena pregunta. Básicamente por dos motivos que voy insinuar en las próximas dos publicaciones, que en apariencia no tendrían mucha relación entre sí. Sólo quiero comentar que hace unas semanas tuve la oportunidad de estar sólo frente a un paisaje montañesco exquisito, y escuchando nada, pude oír mi voz rebotando infinitamente. Y en ese instante (yo y el mundo) un maravilloso tema de Pink Floyd (“Echoes”, del cual extraje la pequeña descripción del Blog) atacó mi memoria, y lo escuché claramente, susurrado por el viento y el agua; y la música, tan humana, se mezcló con la naturaleza, y sentí que lo humano y lo natural se reconciliaban en una suerte de pacto infinito… y sonreí.
Sin más… ¡¡nos vemos por ahí!!
2 comentarios:
Ay... Ella se fue a Mendoza. Me cabe que escribas de nuevo acá, me sentía medio pelotudo. Pero somos dos. Y qué groso Iven. "Mandrágora... Hoy toca Mandrágora... No va ir nadie."
Ay... Ella se fue a Mendoza. Yo ayer me fui a San Antonio de Areco en bici, y a la vuelta se nos hizo de noche, y me caí y me raspé y pude escuchar el eco de mi cabeza, luego de impactar contra el piso.
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