lunes, 14 de enero de 2008

Final, final...... final

Con este título no hago alusión al desenlace de este sitio que no lleva más que dos menudas publicaciones (yo advertí que el inicio de vacaciones no era el mejor momento para inaugurar esto), ni a la culminación de un período de mi vida que necesite ser destacado, ni a un maravilloso cuento de Julio Cortázar. Nada de eso...

La razón por la que estoy hoy aquí es por que tengo como meta más cercana rendir el final de Química Orgánica, y necesitaba, de alguna manera, expresar lo que siento en este momento, instante en el que doy inicio a mis estudios.

La cuestión es que decidí algún día ser Ingeniero Químico y en su plan de estudios existe una materia que es sumamente interesante pero fastidiosamente larga. Y cuando digo fastidiosamente larga, quiero decir estrepitosamente pesada, atronadoramente inalcanzable, en fin, aturdidoramente interminable (se aprende un concepto y se olvida simultáneamente el anterior, que era de crucial importancia para entender el nuevo concepto incorporado, que por cierto determinó la destrucción del otro). Y no quiero exagerar...

Su estudio comprende la incorporación de doscientos cincuenta mil conceptos que se entrelazan, entrecruzan, y relacionan entre sí dando lugar a otros doscientos cincuenta mil conceptos que nuevamente se entrelazan, entrecruzan, y relacionan entre sí y con los anteriores, originando una gama infinita de conocimientos, teorías, elementos, etc., que permiten, finalmente, presentarse a rendir final (obviamente, su simple incorporación no es condición suficiente para la aprobación, la misma debe ser ordenada, detallada, correspondida, y, crucialmente, puesta en práctica). Todo esto acompañado, como es de suponer en toda rama de la Química, de una batería de nomenclatura IUPAC y Tradicional (esta es la más temida ya que implica un gran ejercicio de la memoria y una lucidez extraordinaria al momento de ponerla en práctica).

Cuando uno se inicia en este maravilloso mundo de esqueletos carbonados, es entretenido (y hasta divertido) estudiar las primeras familias orgánicas (léase, alcanos, alquenos y alquinos). Pero la inexplicable ocurrencia que tuvo el átomo de carbono de dar lugar infinitas cadenas, formadas por eslabones del propio átomo y unidas a casi todos los elementos de la tabla periódica, brindó una interminable serie de familias (alcoholes, aldehídos, cetonas, ácidos, compuestos cíclicos de todo tipo y forma, halogenuros de arilo, alquilo, ácido, etc., aminas, amidas, nitrocompuestos, aminoácidos, proteínas, glúcidos, esteres, éteres, grasas, y un largo etcétera) que hunden al cerebro en indescifrables laberintos que culminan, sin exagerar, en pesadillas constantes, mal humor, esquizofrenia o psicosis...

Existe otro punto que no tuve en cuenta hasta ahora. La materia en cuestión, en tiempos de antaño, estaba divida en dos partes, es decir, Química Orgánica 1 y Química Orgánica 2 (como materias individuales). Pero las maravillosas mentes, ávidas por el desarrollo, que controlan nuestra educación, no tuvieron la mejor idea que unificarlas en una única materia. Esto implica un sólo final que englobe todos los conocimientos aprendidos (antes eran dos).

Por una parte, si bien es menester más esfuerzo, esto asegura una mayor relación de todos los temas, es decir, la comprensión global puede ser mayor. Pero los señores antes mencionados pusieron en evidencia, una vez más, su maravilloso intelecto, comprimiendo las horas de cursada. Esto asegura que muchos temas no se den en clase (teniendo que aprenderlos, comprenderlos y estudiarlos uno mismo para el final, sin consejos de un erudito en el tema), y otros se den así nomás, sin lujo de detalles, sin experimentación, sin práctica, y lo que es peor, sin asegurar su completa compresión. Obviamente no es culpa ni de profesores ni de alumnos, la falta es más grave, y nos brinda una muestra de la decadencia del ser humano.

Dejando de lado lo trágico y la atroz realidad en que estamos inmersos, lo más gracioso es que me gusta mucho este mundo, es demasiado interesante, esta lleno de matices, y recomiendo a todo aquel que quiera interesarse por estos horizontes que no tenga miedo en hacerlo, no se va a arrepentir. Todo lo dicho anteriormente no es tan así (lean bien, no es TAN así), lo que sí es verdad, es el esfuerzo que requiere. Tal vez, en otra ocasión, brinde a los lectores una nota más seria acerca de la Química Orgánica, que realmente valga la pena.

En fin, espero que el aluvión de olas de calor que estamos soportando no colaboren a la perdición de mi psiquis, y no me impidan (junto con el hastío) llegar a mi objetivo... A todos aquellos que hayan destinado este verano al estudio, tanto de esta materia como de cualquier otra, les deseo todos los éxitos del mundo... Estudien que no hay nada más lindo que aprender, y hay mucho por aprender...

Salud!!

2 comentarios:

Facu dijo...

Uy, qué final de mierda. Todos estamos sufriendo por el.
Y hablando de sufrir, también deben sufrir nuestros queridos blogs, tan abandonados como vos vaticinaste.
Te dejo un saludo Fede, y de paso te pregunto tu actual lugar de residencia.
Facu

Anónimo dijo...

Muy buen texto Fede... Je
Explicaste muy bien lo que se siente dar esta materia...
Es tan linda pero taaaan larga. Y encima es tan entremezclada que siento que voy a terminar de aprender polímeros y me voy a olvidar lo que es el metano...
Pero bueno, para ser ingenieros hay que aprobar este béndito final...
Así que a darle para adelante y a darle átomos...
Nos estamos viendo, abrazo!